Los tres desas-tres más comunes Copy

Los tres ‘desas-tres’ más comunes se producen cuando…

1…te entregas a la gravedad
Cuando ignoras la importancia de ordenar los apoyos, te abandonas de manera desordenada.

Debes considerar
Y aplicar dos conceptos importantes: ¿Cómo ordenar tu peso corporal? Y ¿Dónde y cómo utilizar “soportes” para ajustar tu posición?.
Recuerda que la postura “erguida” es siempre la misma, únicamente cambia la dirección por lo tanto habrá que ajustar los apoyos pensando en ordenar la posición.
Valora el soporte para la cabeza, y rellena con la almohada la distancia entre la oreja y el colchón, es decir, la distancia del hombro para que tu columna cervical permanece alineada con la columna dorsal.
Valora el soporte para la columna sacro-lumbar y caderas, y rellena con la almohada la distancia entre rodillas y tobillos, sobre todo rodillas, para que tu columna lumbar y caderas queden alineadas en ambos lados.

2…renuncias a nuevas y mejores posibilidades cuando justificas tus hábitos, y somos tridimensionales.
Utilizas montones de escusas seguir con los hábitos, por evitar un periodo de reajuste e incomodidad, con lo que renuncias a mejorar.

Debes considerar
Al tumbarte de lado lo haces sobre tu lado derecho o izquierdo, pero también interviene lo que sucede delante y detrás de ti, ya que somos tridimensionales.
Considera que con tu alineación vertical debes tocar tres puntos: cabeza-columna dorsal entre omoplatos y sacro. En esta posición, hay que seguir manteniendo la misma alineación en los tres puntos. Es decir no debes cerrar tu posición hacia delante a la flexión, ni atrás hacia la extensión.
Considera además que debe permanecer un hombro sobre el otro y una cadera sobre otra, además de la ordenación de brazos y piernas.

3…¡Confía en  ti hasta conseguir tu objetivo…!
El descanso y el sueño es una necesidad vital. Por tanto aunque te resulte difícil, motívate en conseguir un momento de placer para reconectarte y descansar.

Debes considerar
El momento previo al sueño como mágico, donde cerrar la jornada contigo mismo, acompañado o no. Momento para despedir el día y descansar antes de iniciar otro nuevo lleno de posibilidades.
Reconecta contigo a través de la respiración, ya que es el único mecanismo directo e implícito a la vida que puedes dirigir: recupera la capacidad de equilibrar los espacios internos y estabiliza el ritmo para encontrar la paz.

Estos y otros puntos importantes, los revisaremos a continuación.