Los 3 ‘desas-tres’ más comunes se producen cuando…
1…te adaptas al mobiliario
Al buscar apoyo en el respaldo, desplazas tu peso atrás y pierdes la posición vertical con la gravedad. Tu organismo se desajusta y surgen consecuencias.
Debes considerar:
· En cuanto al sillón:
La distancia entre asiento-suelo para formar ángulos de 90º en caderas, rodillas y tobillos.
el asiento deberá estar en un plano horizontal sin inclinaciones, para facilitar los apoyos. Es mejor que no sea demasiado blando.
La distancia en la base del asiento, considera que únicamente debes dar apoyo a tus isquiones para descansar tu peso. Seguramente no llegará tu espalda al respaldo.
Al sentarte la alineación es vertical con la gravedad. El peso de tu cabeza, se trasmite a través de las curvas de la columna y con los isquiones al asiento. Estos huesos son redondeados para balancear la pelvis sentado.
Activa la musculatura erectora contra gravedad para sostener la postura y liberar peso.
La respiración te ayuda a realizar los ajustes para auto-sostener tu postura, y la musculatura superficial con las articulaciones se podrán mover libremente con menos carga. Activa tu posición y recuerda conectarte con tus sensaciones.
· En cuanto a la mesa:
Mantén ángulos de 90º en codos para liberar al cuello del peso de tus brazos. No eleves hombros ni acortes tu cuello.
Los codos permanecen cerca de las costillas y verticales debajo de los hombros, es decir las articulaciones verticalmente alineadas.
La pantalla permanece a la altura de tu vista para que el cuello mantenga su lordosis.
Cuando bajas la mirada, acabas bajando la cabeza y se descuelga. No olvides además que si tu pelvis se desplaza atrás tu cabeza compensará desplazándose hacia delante.
Sostén alineaciones verticales con la gravedad: cabeza sobre isquiones y rodillas sobre tobillos.
Los muslos fuera del asiento y libres de peso, son una especie de puente entre las dos bases de apoyo que se unen en las caderas. Las rodillas separadas en ancho de caderas y los pies alineados con el segundo dedo y paralelos entre ellos.
2…no escuchas las señales de sobreesfuerzo de tu organismo.
Cuando ignoras las molestias se convierten en dolor y pueden tener graves consecuencias
Debes considerar
Que cuando empiezas a sentir molestias en espalda o cuello te están indicando que algo no funciona ¿Cómo reaccionas tú? aprietas dientes, aceleras la respiración, te frotas la zona dolorida. Estas dolencias son señales que te indican sobrecarga y debes actuar.
En ese momento convierte tu posición pasiva en activa y moviliza tu postura sobre el asiento. Dependiendo de la intensidad incluso deberás levantarte y caminar. No olvides que tu mejor que nadie debes cuidarte.
3…excedes tus límites de resistencia
Cuando olvidas reajustarte y descansar, son minutos necesarios para mantener reorganizada la posición y hazlo desde la respiración. Mejor no acumular desajustes ni dar lugar a las consecuencias peores.
Debes considerar
Que cuando acumulas dolencias la postura debilita la respiración y el ánimo, lo que se manifiesta en ansiedad y estrés, falta de concentración y atención…en ese caso ya llegas tarde.
Debías haberte dedicado unos minutos para convertir la posición pasiva en dinámica, y regalarte unas “amplias respiraciones” para reactivar la movilidad en la posición. Si no lo hiciste… ¡hazlo ahora, ya¡
Cualquier posición por correcta que en ella misma sea, al exceder los tiempos de pasividad producen sobrecarga; muscular, articular, circulatoria, respiratoria… Nuestro organismo está diseñado para el movimiento y no para “aparcarse” Por esa razón hay que reorganizarse regularmente, y eso es lo que debería ser habitual.
Estos y otros puntos importantes, los revisaremos a continuación.